Joyería vertebral

Joyería vertebral

Una pieza de Joyería vertebral muy curiosa, realizada en de nylon y rellena de vidrio, es de Molly Epstein – Temple University student project , at the School of Art.

Joyería vertebral
Vertebrae, 2002. Glass-filled nylon, 11x4x9inches. Photograph by the artist

Los objetos de mi vida tienen un lenguaje. Me hablan como habla un espejo, reflejando en silencio. Me atraen las relaciones que establecemos con los objetos y cómo las joyas, en particular, actúan como medio de comunicación. El adorno corporal tiene un lenguaje particularmente privilegiado. 

Los objetos usados ​​son insignias, marcadores de estado o indicadores de estado. Se seleccionan cuidadosamente para comunicar partes de nuestra personalidad, gusto o logros. La joyería identifica a la persona que la usa y nos conecta entre nosotros de muchas maneras significativas.

Históricamente, las personas adornaban sus cuerpos y rodeaban sus hogares con objetos pensados ​​para protegerlos de fuerzas externas como los malos espíritus y las enfermedades. 

Aunque ahora sabemos que los patógenos, así como las anomalías genéticas, causan enfermedades, a menudo todavía ponemos nuestra fe en él (objeto) externo para obtener información y una sensación de seguridad y comodidad.

Elementos de estas historias personales y culturales están presentes en el trabajo que creo. Simultáneamente con la fabricación del objeto, pienso en la fabricación del momento. A menos que tenga tiempo privado con un objeto, su capacidad para hablar se ve obstaculizada y la posibilidad de autorreflexión es poco probable. 

En mi trabajo escultórico, la retroalimentación directa y táctil mejora esa posibilidad en un entorno moderno. Mediante el uso de sensores electrónicos, como pulsómetros y sensores de proximidad, se intensifica la experiencia momentánea que una persona tiene con mi trabajo.

La principal preocupación de mi obra de arte es el punto en el que la relación con el objeto mejora la conciencia de la propia existencia y conecta el ser emocional con el físico. Sin duda hay una conexión entre los dos. Las experiencias viscerales intensifican nuestra conciencia y pueden abrir emociones “atadas” que impactan el cuerpo. Este intercambio con el objeto permite que lo inanimado se convierta en catalizador de la autoconciencia.

Molly Epstein

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